25 junio 2011

El problema rural en Hispania

Por: Héctor Alonso Álvarez Vélez

El abandono del campo es uno de los problemas fundamentales que afronta el municipio de Hispania y una de las cosas más riesgosas para su futuro.  Esta problemática la planteamos hace 3 años en un artículo como este, asociándola al desarrollo improvisado que se viene dando en el municipio de una vocación turística sin establecer las políticas necesarias para mantener la tierra en manos de los campesinos y proteger al sector agropecuario de las tendencias urbanizadoras que llegan con la fiebre de las fincas de recreo.   

Es interesante observar que por lo menos ahora existe una preocupación creciente por estos temas. Pude evidenciar esto cuando hace un par de semanas, en un círculo de estudio sobre las problemáticas locales en el que vengo participando, el tema del “abandono del campo” aparece dentro de los asuntos de más prioridad. Para aportar al desarrollo de esta problemática, vamos a referirnos a la educación rural, tema que consideramos de la mayor relevancia para el desarrollo del campo.

No es fácil encontrar hoy en Colombia, por lo menos en la zona andina, municipios en los que, como en Hispania, no se ofrezcan programas de educación para los jóvenes del campo.  Cuando un joven es alejado del seno de su familia y desvinculado de sus actividades cotidianas y lógicas rurales para llevarle a estudiar en un ambiente urbano, así sea por un par de días cada semana, se genera en él un desinterés creciente por la vida rural, a la vez que una expectativa por los imaginarios urbanos.

Lo anterior es reforzado cuando los medios de comunicación venden la ciudad como el ideal de vida y muestran al campo únicamente desde sus necesidades, nunca desde sus potencialidades. En otras palabras, sacar la educación del contexto campesino disminuye la voluntad de los jóvenes para mantenerse en las veredas, voluntad que a veces es sinónimo de resistencia y que sólo se logra cuando se reconocen los otros significados que tiene la vida en el campo.

En segundo lugar, la educación urbana que suele recibirse en las cabeceras municipales no es pertinente para los jóvenes del campo, justamente porque no refleja los significados del mundo campesino y no aborda sus problemáticas. No se trata únicamente de llevar el servicio educativo a las veredas pero haciendo lo mismo que se haría en los establecimientos urbanos. La educación rural implica un proyecto institucional radicalmente diferente, con filosofía, objetivos, contenidos, estándares, pedagogía y sistemas de evaluación especiales.

La educación rural tiene que ayudar a que los jóvenes y adultos que en ella participan refuercen su identidad como pobladores del campo y tengan las herramientas necesarias para impulsar en las veredas los procesos de desarrollo que les permitan permanecer en el territorio con dignidad.

Otra de las cosas que pocas veces se tiene en cuenta es la cantidad de personas que actualmente se mantienen por fuera del sistema educativo en las veredas. La demanda educativa no debe entenderse únicamente como la de aquellas personas que se acercan a las instituciones buscando cupo escolar, sino como el universo de quienes debería tener el servicio, aún cuando en la actualidad no muestren interés por estudiar.

No basta con atender a los jóvenes que están más motivados; es necesario ir a las veredas, animar a todas las personas y ofrecerles alternativas viables para superar todas las restricciones reales y hasta mentales que planteen  para avanzar en su proceso de educación. Las alternativas que se ofrecen actualmente a los campesinos, permiten el acceso solamente a quienes tienen más motivación y mejores posibilidades, pero no son atractivos para una gran masa de campesinos, especialmente adultos, que siguen por fuera del sistema.

Es bueno recordar que educarse en Colombia no es con frecuencia un acto voluntario, sino una decisión para la que, por lo menos en principio, se requiere cierta presión social y cierta motivación externa apoyada con garantías e incentivos; esto es así por la baja valoración que se tiene de la educación en nuestra cultura colombiana y por la distorsión que la economía de mercado ha puesto en el aprendizaje mismo, convirtiéndolo en un medio para conseguir trabajo más que en una aspiración del espíritu humano.  

Por todo lo anterior, si en el municipio de Hispania no se comienzan a desarrollar prontamente programas de educación rural apropiados, sumada esta situación a las demás problemáticas que se tienen, los jóvenes no tendrán mayores motivaciones para reforzar su identidad como campesinos y las veredas seguirá quedándose en el completo abandono.

El Turismo en Hispania. ¿Alternativa o Amenaza?

Por: Héctor Alonso Alvarez V.

En el municipio de Hispania se ha visto al turismo como la única alternativa de desarrollo económico, sin que se haya hecho aún análisis públicos sobre algunas de sus características.

La definición casi espontánea de una vocación turística para Hispania puede estar generando desplazamiento silencioso de la población, deterioro ambiental, desarraigo cultural y una estructura económica inadecuada.


Es muy cierto que hay lugares donde el turismo ha traído beneficios visibles, pero esto sucede donde se planea un turismo organizadamente; Hispania no ha sido el caso.

Basta con mirar a Santa Fe de Antioquia, a San Jerónimo y Olaya en el occidente; a Jamundí en el Valle; a la misma Cartagena. Pero no hay que ver las zonas bonitas donde los turistas están, sino los lugares donde está la gente oriunda, las personas a las que debería llegar el progreso.

El poblador percibe al turista como a una persona más importante y respetada que él en su mismo pueblo, aún cuando este visitante pocas veces tiene sentido de pertenencia y compromiso con el municipio.

La actividad turística convencional refuerza algunos antivalores tales como los siguientes:

- “Será más reconocido socialmente quien usa su caballo para ostentar riqueza y menos quien lo usa para su trabajo o su trasporte” (Preponderancia del poder prótesis sobre el poder personal).

- “Pasarla bien consiste en ingerir alcohol y cantar rancheras” (Concepción viciosa del bienestar).

- “Este pueblo para pasear está bueno, pero quien vive acá se estanca” (Visión centralista del desarrollo).

Los campesinos encuentran demasiadas ofertas de compra de sus parcelas para el montaje de fincas de recreo. Los nuevos dueños de las tierras, por su parte, convierten las fincas tradicionales en potreros para engordar caballos ociosos. Hispania hoy es prácticamente un potrero.

Los sectores en los que el turismo genera empleo son principalmente en actividades relacionadas con el licor, el servicio doméstico, los espectáculos y otros sectores de servicios. La ganadería extensiva y otros sistemas productivos típicos de las zonas turísticas requieren mucho menos mano de obra que otros sistemas de producción.

El turismo va generando una cultura del rebusque, del juego, del carnaval y de la prostitución. Cuando se dice que el turismo genera nuevos empleos, nadie parece preguntarse de qué tipo son estos nuevos empleos y cuántos se pierden a cambio.

Mientras tanto, el desarrollo rural, agroindustrial y manufacturero, del que sí depende el desarrollo económico sostenible de Hispania, está estancado. La casi totalidad de los alimentos y otros artículos de primera necesidad son traídos de afuera.

Por todo lo anterior, una estrategia de desarrollo local, basada en el turismo, debe ser pensada más a fondo, para no convertir al pueblo en un “garito” sin cultura y sin identidad. He aquí algunas propuestas:

- Toda tendencia urbanizadora acelerada es problemática. Los turistas pueden venir a visitar el pueblo sin “comprar el pueblo”. Como de todas formas lo van a querer comprar entonces asegurar que ellos y nosotros sigamos conservando nuestra calidad de vida. Hay que conservar en el plan de ordenamiento territorial las limitaciones para construcción en altura y para las parcelaciones en áreas rurales.

- Se necesita definir zonas destinadas a los asentamientos rurales, a la producción de alimentos y la protección de las fuentes de agua y la biodiversidad. Los campesinos son la reserva moral y cultural del planeta y quienes pueden garantizar la soberanía alimentaria y la conservación ambiental.

- Se requiere poner la libertad de los turistas en los límites del bienestar de los habitantes de Hispania. Eso dice la constitución colombiana; mejor dicho, no dejarles tomar el pueblo de ruana.

- Se requiere educar al comerciante, no solamente para atender bien al turista (Y a los de Hispania en igualdad de condiciones), sino para crear y vender formas más creativas y constructivas socialmente de pasar el tiempo libre.

Toda propuesta de gobiernos que se discuta en Hispania debe ser vista ya no desde las viejas disputas, sino desde la manera como se proyecta el desarrollo económico muncipal, entre otros temas.

Hispania necesita una propuesta de unidad en torno a un proyecto que defina un norte claro y unos escenarios de futuro promisorios. Debates de este tipo, y no las cosas más domésticas, son los que deben tener la atención de todas las personas.

10 junio 2011

Sobre el abandono del campo en Hispania

Por: Héctor Alonso Álvarez Vélez
Luis Fernando Álvarez Vélez
Carlos Mario Cortés


El presente hace parte de una serie de documentos que describen las problemáticas del sector rural en el municipio de Hispania. En el primero de ellos, titulado "El Turismo en Hispania. ¿Alternativa o Amenaza?", se analizó el impacto que sobre la producción agropecuaria y la vida campesina está teniendo el cambio del uso del suelo como consecuencia de la proliferación de las fincas de recreo; en el segundo, "El problema rural en Hispania", se planteó la necesidad de desarrollar programas de educación pertinentes para el contexto rural, como única manera de reforzar la identidad campesina y ayudar a que los pobladores consoliden sus capacidades para abordar los desafíos que se les presentan actualmente. En este último se resalta el papel de los jóvenes rurales y sus motivaciones, pues en manos de ellos está la permanencia de la familia campesina en las veredas.    


Debemos decir en primer lugar que el abandono del campo no implica únicamente que las familias se vengan a vivir por diferentes motivos de nuestras veredas a la cabecera municipal de Hispania. Se trata de un fenómeno social en el que todos queremos ir lo más lejos posible desde la periferia (es decir la vereda) hacia el centro del sistema (digamos Medellín o más allá), y no sólo en sentido geográfico, sino en los círculos de la sociedad. Es esa la aspiración del joven campesino, el bachiller del pueblo, el joven maestro, el policía y hasta el médico que hace su año rural. Todos estamos influenciados por un modelo de desarrollo que es altamente centralista y todos contribuimos de alguna forma a la consolidación de ese modelo.


Para los jóvenes, la aspiración de salir de la vereda es legítima porque bajo las condiciones actuales las mayores carencias, por lo menos en aspectos materiales, están en el campo; de allí la necesidad de superar las injusticias que se tienen en la relación centro-periferia, por lo menos en lo que a nuestro municipio respecta.  


En los jóvenes está la clave para revertir estas tendencias. Mientras ellos no tengan esperanzas de vida digna en las veredas el abandono del campo es inevitable. Los jóvenes necesitan ofertas educativas y culturales, recreación, una ocupación bien remunerada y muchas otras condiciones para su desarrollo material y espiritual. El papel del estado local es básico para construir estas condiciones; pero el estado se queda corto ante la complejidad del problema. Un ejemplo basta para ilustrar esto último:


Todos en Hispania conocemos el caso de los “Bolivianos”; el éxito que ha tenido esta familia al pasar en pocos años de un estado de pobreza extrema a ser actualmente unos de los más grandes empresarios del campo no puede explicarse como consecuencia de haber tenido acceso a programas de educación, apoyos del gobierno o cosas por el estilo. Ellos no tuvieron esas cosas pero tuvieron algo de mayor importancia que difícilmente se puede enseñar o entregar con un programa de asistencia: se llama “voluntad de poder”; es esa capacidad que tiene el ser humano para cambiar si vida mediante la toma de decisiones y el ejercicio de la voluntad, capacidad que en diferentes aspectos de la vida muchos no desarrollamos adecuadamente.


El éxito de los “Bolivianos”, como es bien sabidos por todos, se explica como consecuencia de muchos años dedicados al trabajo duro, organizado y disciplinado y a una planeación minuciosa de los gastos y las inversiones que realizan, bajo principios de austeridad e igualdad entre la asociación que han creado los hermanos y sus familias. Llama la atención especialmente que quienes han sido más destacados como impulsores de su forma de trabajo y organización son los hermanos más jóvenes. 


No decimos necesariamente que esta familia es el modelo a seguir, pero si sabemos que hay mucho en su historia familiar para aprender; es una historia tan conmovedora como apasionante.


El ejemplo refuerza nuestra convicción de que, además de tener las condiciones apropiadas para el desarrollo del campo, se necesita sobre todo la fuerte iniciativa personal y familiar que surge de la esperanza y el deseo de superación, especialmente de los jóvenes. Sin eso no pasará nada; las acciones del estado y la sociedad civil organizada no lograrán mucho si se ve a los campesinos como simples receptores de ayudas o si ellos se ven a sí mismos como tales. Es necesario comenzar a ver al campesino especialmente desde sus potencialidades.


Es necesario generar, claro está, las condiciones para que la iniciativa, la esperanza y la voluntad encuentren menos obstáculos. Algunas de las condiciones básicas que se requieren son la organización del uso del suelo, mediante el Plan de Ordenamiento Territorial, el desestímulo a los monocultivos, el estímulo a la producción local de los alimentos y manufacturas que ahora se traen de otras regiones, el desarrollo de programas de educación rural apropiados, la oferta de servicios de salud, recreación y expresión cultural, la capacitación técnica al campesino para que mejore la producción y le agregue valor, el fomento a la organización de productores y consumidores para impulsar un comercio más justo y la construcción de climas de confianza y unidad. 


Algunos de estos aspectos se han tratado ya en documentos previos. Entre los más relevantes que no se han considerado de manera específica están la producción local de alimentos y manufacturas y la organización para la producción y para el consumo, cosas que por cierto están íntimamente ligadas. 


La producción local nunca podrá desarrollarse mientras no se tengan grupos de productores que planeen sistemáticamente lo que va a llevarse al mercado en cada época del año, y grupos de consumidores responsables que estén dispuestos a estimular la compra de lo propio.


Se trata de artículos de consumo masivo y cuyo proceso productivo no tiene mayor complejidad y no requiere grandes inversiones o tecnología de punta, tales como los alimentos primarios y trasformados y las manufacturas. Las experiencias que se tienen en el país en esta materia han mostrado que los centros de acopio no son tan efectivos como la articulación de organizaciones de productores y consumidores. Sin organizaciones, los individuos tienden a perpetuar la anarquía característica de nuestra economía de mercado; los centros de acopio no pasan de ser especies de museos del romanticismo de la economía solidaria.  


Las organizaciones de consumidores generan el ambiente propicio para que sectores crecientes de la población se inclinen por comprar a la gente del pueblo, sean vendidos sus productos en centros de acopio, en tiendas convencionales o llevada a sus domicilios. Las asociaciones de productores planean de acuerdo a una demanda y un precio de sustentación que establecen con las organizaciones de consumidores y evalúan con ellos mismos la calidad del producto y la necesidad de otros nuevos.   


No es casualidad que toda solución a los problemas colectivos necesite abordarse también en forma colectiva. Es por eso que hemos dicho recientemente que una de las mayores limitaciones en Hispania es la debilidad de nuestras organizaciones. 

El círculo de estudio es quizá la expresión máxima de la organización local porque su propósito es la generación colectiva de conocimiento.