Por: Héctor Alonso Alvarez Vélez
El viento trae a
mis oídos lamentos de quienes fueron al San Juan para no regresar; trae
historias del Silencio, y de más allá del Silencio, historias que no fueron
contadas en un lugar donde nada queda por contarse.
El sol muere sobre
los farallones cansado de alimentar la tierra; puso el color moreno en el cuerpo de
estudiantes que han tirado sus cuadernos para saltar alegres de charco en
charco en el Pedral y llenó de sudor el rostro de los abuelos bajo los samanes;
su caminar fue el acontecimiento del día en un lugar donde nada pasa.
Nada pasa además de
maravillarse con pececillos de colores nacidos en Aguas Lindas que se han hecho
turbias y de jugar en las calles porque el aparato que petrifica las mentes no
se ha comprado.
Nada pasa además
de bailar y bailar, en la Terraza, en la Toscana; bailar mientras llega el
momento de ser grande y dejar la fiesta para partir.
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