Por: Héctor Alonso Alvarez V.
En el municipio de Hispania se ha visto al turismo como la única alternativa de desarrollo económico, sin que se haya hecho aún análisis públicos sobre algunas de sus características.
La definición casi espontánea de una vocación turística para Hispania puede estar generando desplazamiento silencioso de la población, deterioro ambiental, desarraigo cultural y una estructura económica inadecuada.
Es muy cierto que hay lugares donde el turismo ha traído beneficios visibles, pero esto sucede donde se planea un turismo organizadamente; Hispania no ha sido el caso.
Basta con mirar a Santa Fe de Antioquia, a San Jerónimo y Olaya en el occidente; a Jamundí en el Valle; a la misma Cartagena. Pero no hay que ver las zonas bonitas donde los turistas están, sino los lugares donde está la gente oriunda, las personas a las que debería llegar el progreso.
El poblador percibe al turista como a una persona más importante y respetada que él en su mismo pueblo, aún cuando este visitante pocas veces tiene sentido de pertenencia y compromiso con el municipio.
La actividad turística convencional refuerza algunos antivalores tales como los siguientes:
- “Será más reconocido socialmente quien usa su caballo para ostentar riqueza y menos quien lo usa para su trabajo o su trasporte” (Preponderancia del poder prótesis sobre el poder personal).
- “Pasarla bien consiste en ingerir alcohol y cantar rancheras” (Concepción viciosa del bienestar).
- “Este pueblo para pasear está bueno, pero quien vive acá se estanca” (Visión centralista del desarrollo).
Los campesinos encuentran demasiadas ofertas de compra de sus parcelas para el montaje de fincas de recreo. Los nuevos dueños de las tierras, por su parte, convierten las fincas tradicionales en potreros para engordar caballos ociosos. Hispania hoy es prácticamente un potrero.
Los sectores en los que el turismo genera empleo son principalmente en actividades relacionadas con el licor, el servicio doméstico, los espectáculos y otros sectores de servicios. La ganadería extensiva y otros sistemas productivos típicos de las zonas turísticas requieren mucho menos mano de obra que otros sistemas de producción.
El turismo va generando una cultura del rebusque, del juego, del carnaval y de la prostitución. Cuando se dice que el turismo genera nuevos empleos, nadie parece preguntarse de qué tipo son estos nuevos empleos y cuántos se pierden a cambio.
Mientras tanto, el desarrollo rural, agroindustrial y manufacturero, del que sí depende el desarrollo económico sostenible de Hispania, está estancado. La casi totalidad de los alimentos y otros artículos de primera necesidad son traídos de afuera.
Por todo lo anterior, una estrategia de desarrollo local, basada en el turismo, debe ser pensada más a fondo, para no convertir al pueblo en un “garito” sin cultura y sin identidad. He aquí algunas propuestas:
- Toda tendencia urbanizadora acelerada es problemática. Los turistas pueden venir a visitar el pueblo sin “comprar el pueblo”. Como de todas formas lo van a querer comprar entonces asegurar que ellos y nosotros sigamos conservando nuestra calidad de vida. Hay que conservar en el plan de ordenamiento territorial las limitaciones para construcción en altura y para las parcelaciones en áreas rurales.
- Se necesita definir zonas destinadas a los asentamientos rurales, a la producción de alimentos y la protección de las fuentes de agua y la biodiversidad. Los campesinos son la reserva moral y cultural del planeta y quienes pueden garantizar la soberanía alimentaria y la conservación ambiental.
- Se requiere poner la libertad de los turistas en los límites del bienestar de los habitantes de Hispania. Eso dice la constitución colombiana; mejor dicho, no dejarles tomar el pueblo de ruana.
- Se requiere educar al comerciante, no solamente para atender bien al turista (Y a los de Hispania en igualdad de condiciones), sino para crear y vender formas más creativas y constructivas socialmente de pasar el tiempo libre.
Toda propuesta de gobiernos que se discuta en Hispania debe ser vista ya no desde las viejas disputas, sino desde la manera como se proyecta el desarrollo económico muncipal, entre otros temas.
Hispania necesita una propuesta de unidad en torno a un proyecto que defina un norte claro y unos escenarios de futuro promisorios. Debates de este tipo, y no las cosas más domésticas, son los que deben tener la atención de todas las personas.
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